Todos los padres actuales nos enfrentamos al difícil reto de criar hijos en un mundo globalizado al que nosotros no nos vimos expuestos. La información no tiene límites y no existen límites para esa información, la red es libre y eso hace que cada vez que nos conectamos tengamos la puerta abierta al mundo. Es muy satisfactorio poder consultar sobre cualquier cosa que necesitemos, pero por otro lado, cuando aceptamos a todo tipo de personas, corremos el riesgo de permitirles influir en nuestras vidas de alguna manera.

La forma en que los adultos usamos el internet y especialmente las redes sociales dista mucho de cómo lo hacen los adolescentes. El lenguaje que usamos es diferente, los intereses también. Es probable que nosotros no entendamos lo suficiente de youtubers, anime, series de televisión con todos los capítulos a disposición, videos virales, reality shows, talk shows, de seguir a famosos, desconocidos y celebridades mediáticas. Actualmente las brechas generacionales son mayores debido a la globalización que hace que las diferencias en el tiempo sean mayores entre nosotros y nuestros hijos que entre nuestros padres y nosotros.

No es posible pensar en entrenarnos completamente en la adolescencia del siglo XXI; no solo se trata de saber lo que hacen los jóvenes de ahora, sino también de entender aquello y eso va más allá de nuestra voluntad. Ante esta realidad lo único que nos queda es lo que tenemos en nuestras manos, el poder de formar a nuestros hijos con características que no fueron necesarias para nosotros en nuestra época, pero ahora son prácticamente estrategias de supervivencia. Los adolescentes de ahora deben saber:

  • Que existen personas que crean perfiles falsos; por lo tanto, tener un amigo en redes sociales no garantiza que esa persona sea real. Existen robos, fraudes, engaños a través de internet y redes sociales.
  • Que la información que se comparte (fotos, vídeos, mensajes) se puede viralizar en segundos sin manera de poder recuperarla y que los mismos pueden estar al alcance de cualquier persona, incluso desconocidos. La información, videos, fotografías que circulan en internet muchas veces son parte de delitos mayores como por ejemplo la pornografía.
  • Que lo que ven en internet no es necesariamente real y el acceso a información o contenido que puedan salir de la comprensión de la etapa de desarrollo en la que se encuentran los chicos y chicas; que pueden presentar información engañosa o poco saludable alrededor de las temáticas que son parte de una curiosidad natural de chicos y chicas.
  • Las repercusiones que pueden llegar a tener incluso cerebralmente al abusar de los dispositivos móviles. El uso de pantallas de manera prolongada tiene impactos importantes a nivel cerebral, afectando estructuras involucradas en la memoria, atención, las estructuras involucradas en el sentido de la visión y afectan en las estructuras involucradas en el equilibrio del ciclo sueño y vigilia.

Además de solo enumerar los peligros que existen, lo más importante siempre será la solución universal para el tema de crianza, que es: formar niños seguros, felices y con límites claros. Si nuestros hijos están deprimidos, angustiados, tienen problemas de autoestima o de conducta hay más probabilidad de que se vean acogidos por grupos que se aprovechan de esta debilidad.

La tecnología, que puede haber sido vista últimamente como uno de los motivos de la falta de comunicación en la familia, tiene ahora la oportunidad de convertirse en la razón que nos motive a acercarnos más a nuestros hijos para brindarles herramientas, muchas más incluso de las que nosotros tuvimos, para desenvolverse en este mundo en el que pueden enfrentarse fácilmente a este tipo de situaciones de alto riesgo en varias ocasiones en su vida.

¿Qué podemos hacer como padres?:

  • Estar pendientes de sus gustos e intereses, aún si no son los nuestros. La observación jugará un papel fundamental, para ir creando un vínculo afectivo con su hija o hijo en base a sus preferencias.
  • Buscar un espacio de conversación privado, si no es posible todos los días, por lo menos 4 veces por semana, en el que puedan en un ambiente calmado conversar, reflexionar y evitar el juzgamiento.
  • No perder la costumbre de salir de vez en cuando con cada hijo por separado de manera que se fomente la confianza.
  • Atender sus necesidades psicológicas, si presenta indicadores de depresión, ansiedad, angustia, brindar el soporte necesario o buscar un profesional si así lo requiere.
  • Permanecer atento a cualquier situación que le ponga en riesgo, consumo de drogas, alcohol, tabaco, pornografía, e intervenir si es posible y buscar ayuda de ser necesario.
  • Llegar a acuerdos respecto a lo que es y no correcto y como familia hacerlos cumplir. Así también establecer un tiempo límite diario a la exposición a pantallas. Es importante que este punto los padres también lo cumplan.
  • Fomentar la crítica, el análisis y la toma de decisiones, ya que cuando se les presenten estas situaciones, estas capacidades los pueden salvar. La obediencia ciega se vuelve en nuestra contra en estas circunstancias.
  • El ejemplo que demos nosotros como padres es fundamental. No podemos exigir algo a nuestros hijos que nosotros no promulgamos. Las acciones valen mucho más que las palabras.

No existen filtros de internet perfectos, ni paredes, alarmas o guardaespaldas que puedan proteger a nuestros hijos tanto como la formación que nosotros les podamos dar. Es por eso que les invito a acercarse cada vez más a sus hijos y no perder ese contacto cercano en ninguna de las etapas de la crianza, incluso cuando son adolescentes es cuando más nos necesitan. Recordemos que nuestra labor como padres es la más importante que realizamos en la vida, más que la profesional o social.

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